El síndrome del "Nido vacío"

A este mes de febrero que está por iniciar, le llamamos del amor y la amistad, con sus muchas maneras de manifestarse entre las personas y también para algunos para con sus mascotas, sentimiento que nos une y propicia todo tipo de acciones para con el ser amado.

Pero hay situaciones como de la que hablaremos ahora: el sentimiento de tener la ausencia formal de los hijos en el hogar, conocido como síndrome del “nido vacío”, que se presenta cuando emprenden el vuelo hacia la búsqueda de realizar sus propias ilusiones fuera del hogar, ya sea por trabajo, estudios, formar una nueva familia, etc.

Jorge Bucay (El camino de las lágrimas, 2002) dice al respecto: “La persona que se va del hogar no se pierde, porque es interiorizada emocionalmente. Pero ahora en otra dimensión. Lo que queda vacante es el lugar de los papeles que ocupaba.”

En efecto, los hijos, creemos siempre que nos “pertenecen” al haberlos concebido como pareja y crecer en el vientre materno, ¡sí!, son “nuestros” por completo, somos una familia y nuestra cultura es mantenernos unidos siempre, así, conformamos su personalidad (consciente e inconsciente) en valores sobre sus decisiones y desarrollo futuro, elaboramos sus perspectivas de vida como nosotros queremos.

¡Ojo! -expectativas nuestras-, a veces sin recordar y reflexionar que a nosotros también alguien que nos ama o amó y se entristeció cuando decidimos tomar nuestro camino, no vimos el sentimiento de su pérdida en ellos, nuestros padres, por tanto ¿podemos considerar como algo normal la sensación de tener la silla o lugar vacío en el hogar? ¡Sí!.

Llega el día en que cada uno de los hijos querrá y deba independizarse, la mayoría de los casos buscando la felicidad por lo que quizás esto debería ser el antídoto al sentimiento de depresión, tristeza y abandono por la “pérdida” del hijo: su felicidad, si amamos, entonces seremos capaces de procesarlo positivamente aceptarlo, ya que eso también nos debe hacer feliz como madre o padre, ¿o no?

En tanatología se reconoce este tipo de partidas o de alejamiento y producen casi los mismos sentimientos de una perdida fatal y ese “casi” es la diferencia, no mueren, están vivos y se van para hacer sus vidas. 

El hecho de que se continúe la relación física y posibilidad de expresarse y tenerse aunque sea a distancia, marca la gran diferencia tanatológica cuando la pérdida es por muerte.

Será un duelo, tendrá que superarse y readaptarse a la situación actual, recordar que pueden darse las fases del mismo: estar negado a la partida, creer estar abandonado, enojo al hecho contra él o ella, sensación de impotencia, tristeza y depresión de tipo reactiva hasta poder llegar a la aceptación de que es por su felicidad.

Comparto que personalmente viví este sentimiento de nido vacío durante varios meses, después de la boda de mi hija mayor, el no verla bajar por las escaleras de su cuarto y saludarla, abrazarla, compartir la mesa, etc. Así que tuvimos, su madre y yo, que readaptarnos a ello y continuar el vivir.

Así, en este mes debemos entender lo que es amor total y su significado pleno para con los seres que más amamos y por lo mismo desearles todo lo mejor, permitirles hagan sus vidas como lo hicimos nosotros por el verdadero sentimiento del amor incondicional.

Termino esta reflexión con una frase de Gibran Khalil Gibran:
“Sus hijos no son sus hijos
Son los hijos y las hijas de sus anhelos
Que la vida tiene de sí misma,
Vienen a través de ustedes
Más no de ustedes,
Y aunque vivan con ustedes,
No les pertenecen”.

Debemos aprender a ser padres y madres permitiéndoles volar hacia su felicidad.

Gracias y desde hoy feliz mes del Amor.
 

Dr. Raúl Martin Cabañas
Fundador y presidente Honorario de la APATS A.C.
Cel. 6629 488475