Tragedia de guardería ABC marca vida de enfermera

*Trinidad tiene 27 años ejerciendo la actividad de enfermería y también la pandemia le ha dejado experiencias
*Señala que en su labor deben guardar las emociones para otro momento y actuar en lo que se requiere

Trinidad Leyva Pacheco ha ejercido la enfermería durante 27 años y actualmente es supervisora del área de pediatría en el Hospital Infantil del Estado de Sonora (HIES). 

Nunca pensó ser enfermera, pero el destino le llevó a esta profesión de la que se enamoró en sus primeras prácticas profesionales, al sentir lo que era servir a quien más lo necesita.

A Trinidad le marcó la experiencia que vivió durante la tragedia de la guardería ABC, ocurrida el 5 de junio de 2009, que la hizo más humana, pues a partir de ese día se refugió en Dios, en su familia y hoy ve la enfermería con más amor.

“Me paré en el servicio de urgencias; Señor –dije- ¿qué es esto?, era una compasión, se sentía el dolor, tú lo percibías, entrabas al servicio de urgencias y lo que querías era ponerte a llorar, pero no te podías dar ese lujo, pues como enfermera no te puedes dar eso lujo en ese momento”, recordó.

Se deben guardar las emociones para otro momento, expuso, así como actuar en lo que se requiere “eran muchos niños, eran graves, lo familiares a fuera gritando que querían entrar, los padres que entraban no reconocían a sus niños, eso era muy impresionante, era una compasión, eso a mí me marcó, siempre recuerdo yo ese suceso”.

Con la llegada de la pandemia de Covid-19, mencionó, había temor e incertidumbre, sin embargo, al recibir a los pacientes se olvidaron de sí mismas para enfocarse a los niños, quienes tenían que estar solos y aislados por días.

Más del 70 por ciento de las enfermeras se contagiaron de coronavirus y muchas de ellas tuvieron que dejar a su familia, cambiarse de casa para no contagiar a sus hijos.

Asimismo, recordó, pasaron horas sin ir al baño ni ingresar alimentos, al no poder salir del área covid durante su turno.

Con tristeza, mencionó que vivieron momentos difíciles e indignantes cuando la gente en la calle les veían como “bicho raro” y les agredían, algo que no entendían pues ellas eran la que atendían a los pacientes.

“Trini”, como le llaman de cariño, ha dedicado más de la mitad de su vida a la enfermería y ha tenido la fortuna de recibir el agradecimiento de algunos pacientes por el trabajo que realiza con amor y vocación.

“Una niña que estuvo internada con Guillain-Barré, estuvo como un mes y se fue, la dieron de alta y siempre nos mandaba saludos… Me dio mucho gusto que un día -pasaron años- fue y me buscó a la terapia, que se acordaba mucho de mí de cuando ella estuvo hospitalizada y que estuvo tanto tiempo en la terapia, ella estudió para paramédico y que siempre se acordaba mucho de mí. Esas son cosas que te quedan para la vida y que con nada se pagan”, relató. 

A quienes están pensando dedicarse a la enfermería, les dice que lo que más requiere es vocación de servicio y sobre todo a no acostumbrarse a ver la muerte como algo normal y ser insensibles.

Invitó a ver el dolor de otro y compadecerse del paciente como de su familia.