La educación preescolar en el Autismo

La educación de nuestros niños desde la edad temprana es un concepto antropológicamente nuevo. Los primeros modelos educativos desarrollados en el siglo XIX en Europa, pavimentaron el primer camino a seguir en las Américas. Wisconsin, en los Estados Unidos, en 1873 se convirtió en el primer estado en desarrollar enmiendas constitucionales para aplicar por ley el primer programa de preescolar estructurado.

De ahí en adelante, profesionales en este campo se dedicaron a establecer líneas de investigación en las que los educadores de hoy nos basamos para construir métodos cada vez más integrales. Entre estos investigadores se encuentran nombres tan conocidos como Jean Piaget, Maria Montessori, Bev Bos, Siegried Engelmann y Wesley Becker, quienes desarrollándo métodos como el Montessori, Enseñanza Estructurada y Aprendizaje Basado en Juego, se convirtieron en los emprendedores pioneros de la comunidad educativa y terapéutica.

De este modo, el pensamiento lineal (entendido como una secuéncia lógica 1+1+1) y por lo general  empleado en cuestiones de índole técnica y científica, y en menor grado en situaciones de la vida cotidiana, puede llevar al educador de hoy en día a un lugar a veces cómodo al “casarse” con un método de enseñanza.

Por otro lado, el pensamiento lateral, que es analógico, atemporal y no secuencial (aquel que emplea diferentes esquemas para llegar a la solución de una dificultad o problema), ha demostrado que nuestros niños se aprovechan más de él debido al desarrollo de un plan académico centrado en la cada individuo y no en el estilo del educador. Bajo este modelo el educador no se compromete a un método y se convierte en un vínculo entre el alumno y la combinación perfecta de métodos de enseñanza que explorará al máximo su potencial.

Dentro de los campos de la educación, educación especial, intervención conductual y terapia del lenguaje, hay especialistas que reconocemos éste como un reto para enseñar a los que enseñan. Este proceso de “Enseñar a enseñar” se convierte de este modo en el verdadero acertijo, en la discusión central de toda institución educativa que busca aprovechar al máximo cada interacción que cada educador tiene con cada alumno. Comenzando por el saludo más casual por la mañana, a momentos de enseñanza estructurada en temas específicos como la lectura y la escritura, el educador es el responsable de guiar una interacción que tome en cuenta el perfil del alumno, el contexto, los materiales y espacio a utilizar y, sobre todo, su propio perfil como educador, su estabilidad mental y emocional.

La habilidad de resolver problemas se desarrolla en nuestros niños desde la edad temprana y la rutina preescolar es una constante presentación de problemas pequeños que el alumno debe resolver. El educador se convierte en el guía que dirige al alumno hacia la manera más eficiente de resolver estos pequeños problemas. Por lo tanto, el adulto tiene la responsabilidad de apoyar gradualmente a reconocer al niño los logros como suyos propios y sus fracasos como las mejores oportunidades de aprendizaje.

Una pedagogía centrada no sólo en la combinación ideal de métodos de aprendizaje para cada alumno, pero también en la educación del educador, puede convertir nuestros espacios educativos en ambientes sanos en los que nos podamos enfocar en el estudiante como persona integral y completa.