Menores sonorenses comen menos frijoles

*El frijol es un alimento que aporta proteína que se complementa con la tortilla, para darle una calidad comparable a la de la proteína animal. 
*También aporta fibra dietética, minerales y carbohidratos, indispensables para mantener la salud. 

Las niñas y niños de Sonora ya casi no comen frijoles y menos de la tercera parte de los menores en edad escolar tiene una dieta saludable, destacó la investigadora del CIAD, Ana María Calderón de la Barca.

La investigadora de la Coordinación de Nutrición del Centro de Investigación en alimentación y Desarrollo (CIAD) destacó que los típicos burritos de frijol en las manos de los pequeños son cada vez menos frecuentes.

Destacó que de acuerdo a la investigación científica en torno a la alimentación, realizada por especialistas del CIAD, más de la tercera parte de los escolares consume alimentos industrializados con exceso de grasas, sal, azúcares y conservadores. 

La gastronomía regional sonorense con carne asada o con chile, tortillas de harina y, por supuesto, frijoles, en lugar de enriquecerse con frutas y verduras, ahora más accesibles, se ha ido empobreciendo.

Actualmente, explicó, es común que los niños lleven de lonche o adquieran en la escuela productos ultraprocesados como son galletas y panes, frituras de maíz, bebidas gaseosas, sándwiches de carnes frías y otros productos por el estilo, que contienen más harina que carne.

Es una lástima que se pierda el frijol de la dieta, planteó, ya que es un alimento que aporta proteína que se complementa con la tortilla para darle calidad comparable a la de la proteína animal. 

Además, de su aporte de fibra dietética, minerales y carbohidratos, indispensables para mantener la salud.

En la dieta sonorense, tradicionalmente se ha consumido frijol pinto, azufrado, mayocoba, tépari y yurimuni, en preparaciones muy versátiles, como fritos o guisados (acompañando a otros alimentos o en burritos), así como con caldo.

Calderón de la Barca explicó que hace dos o tres décadas en Sonora había baja prevalencia de anemia y cáncer de colon, además de que los indicadores de estado nutricional en la niñez eran buenos. 

Esta situación ha cambiado, los padecimientos mencionados han ido en aumento, mientras que niños, jóvenes y adultos se ven afectados por el sobrepeso y la obesidad y sus comorbilidades.

No se podría señalar contundentemente que las condiciones anteriores se deban a que se dejó de comer frijoles, subrayó, pero lo que sí se puede indicar, es que los cambios en la alimentación y el estilo de vida son culpables de muchas complicaciones de la salud. 

La investigadora del CIAD exhorta a la sociedad en general, principalmente a quienes tengan a su cuidado a menores de edad, a volver a incluir los frijoles en su dieta y a que vuelvan estas leguminosas vuelvan a ser protagonistas de la dieta sonorense.