*Plantean que esta actividad económica contamina el afluente y ocasiona escasez de agua en las comunidades
*A seis años del derrame de 40 mil metros cúbicos de sulfato de cobre acidulado, aun se perciben las afectaciones
Activistas y pobladores del río Sonora ubican a la actividad minera como la causante de algunos problemas, preocupaciones, incertidumbres y temores en sus comunidades, principalmente como causante de contaminación del afluente y de la escasez de agua.
La egresada del Doctorado en Ciencias Sociales de El Colegio de Sonora (Colson), Yuriria Orozco Martínez, planteó que el derrame tóxico de 2014 en el río Sonora evidenció las amenazas y las vulnerabilidades de la población frente a la actividad minera.
En su tesis titulada “Percepción y aceptación del riesgo minero: construcción de diálogos desde la narrativa social del río Sonora, México” presenta dos perspectivas contradictorias, la de los activistas y pobladores.
Asimismo compara opiniones de expertos y asociaciones de la sociedad civil, respecto a las consecuencias del incidente que a seis años de ocurrido, sigue llamando la atención de la opinión pública por las afectaciones percibidas.
“Algunos expertos trataron de disminuir los riesgos centrando la discusión en que las vulnerabilidades pueden ser atendidas, controladas o resueltas; pero tales afirmaciones se contradicen al relacionar éstas con los discursos de los legos (profesionales)”.
En este caso, planteó, las instituciones coadyuvaron a amplificar el riesgo al no interactuar y al no informar adecuadamente a las comunidades durante y después de “el derrame”.
Mencionó que activistas y pobladores del río Sonora consideran a las presas de jales una bomba de tiempo, por lo cual nada ni nadie garantiza que no pueda ocurrir otro derrame o accidente en la región, ya sea por un descuido humano o simplemente por las fuerzas de la naturaleza.
Agregó que el papel de la ciencia se desarrolla en escenarios complejos de interacciones entre gobierno, movimientos medioambientales, ciudadanos y actores económicos y políticos.
Aunque ésta sigue siendo esencial e indispensable, no resolverá por sí sola los problemas bajo las cuales la simple acumulación de evidencia científica no asegura consensos en las soluciones, plateó Orozco Martínez.
Por un lado, comentó, los afectados todavía cuestionan el impacto económico, social y ambiental del derrame, basándose en sus experiencias cotidianas.
Refirió que por otro lado, los expertos y representantes de la industria que suelen manejar la idea de una “ciencia” como proveedora de saberes específicos, aseguran que tales impactos ya no existen, por lo que las evaluaciones subjetivas de las comunidades son infundadas.
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