Población con menos recursos destina 60% de ingresos para alimentación

*Adquiere alimentos de baja calidad y baratos, con alto contenido de grasas y azúcares que afectan la salud
*El sector más vulnerable destina el 10% de sus percepciones a la compra de refrescos y bebidas azucaradas

La población con menos recursos en México y Sonora destina casi el 60 por ciento de sus ingresos a la alimentación, pero tienen más dificultades económicas para acceder a alimentos de calidad y opta por alimentos económicos con alto contenido de grasas y azúcares que afectan la salud.

El profesor investigador de la Coordinación de Desarrollo Regional del Centro de Investigación en Alimentación y Desarrollo (CIAD), Carlos Borbón Morales, explicó que existe una pérdida del poder adquisitivo, pues en 2018 destinaban el 45 por ciento del ingreso a la compra de alimentos.

Refirió que la clase media gasta el 28 por ciento de sus ingresos en comida y el sector con mayores percepciones solo destina el 12 por ciento de su presupuesto al rubro de alimentos.

El CIAD realizó un estudio para analizar la relación entre el nivel de ingreso y el consumo de alimentos con baja calidad nutrimental en los hogares mexicanos y sonorenses.

Destaca como una cifra preocupante que el sector más vulnerable dedica el diez por ciento de sus ingresos a la compra de refrescos y bebidas azucaradas; de 2016 a 2018 este segmento manifestó haber incrementado su presupuesto familiar en frituras, pan, galletas y botanas en general.

Un estudio del Centro de Investigación en Alimentación y Desarrollo (CIAD) analizó la relación entre el nivel de ingreso y el consumo de alimentos con baja calidad nutrimental en los hogares mexicanos y sonorenses.

Es sabido que los patrones alimentarios de la población mexicana empezaron a transformarse cuando las empresas transnacionales de la industria alimentaria iniciaron su expansión por el mundo, desde antes de la década de los cincuentas, señaló Borbón Morales.

Sin embargo, anotó, este cambio se exacerbó con la urbanización de las zonas rurales, el inicio del proceso de globalización y la incursión de la mujer en la actividad laboral.

Mencionó que, aunque no fue uno de los objetivos del estudio, existe basta evidencia de que la población de menores ingresos que lleva una inadecuada alimentación tiene mayor propensión a desarrollar padecimientos como obesidad, diabetes e hipertensión. 

Aunado a esto, añadió, estas personas cuentan con menor accesibilidad a servicios de salud de calidad y a información sobre una dieta saludable.

A nivel global son varios los desafíos que la sociedad y gobierno deben de sortear al respecto; el modelo de negocio de la industria alimentaria es predominantemente obesogénico, además de que la mercadotecnia promueve estilos de alimentación pocos saludables.

Por ello, consideró, es necesario fortalecer la educación del individuo para tomar decisiones que beneficien su salud, así como establecer impuestos que graven productos con alto contenido calórico para reducir su consumo, como recomienda la Organización Mundial de la Salud (OMS).

La contribución del nuevo conocimiento que ha generado este estudio radica, principalmente, en la reclasificación de un catálogo de productos con alto contenido energético, con base en análisis previos de investigadoras de la Coordinación de Nutrición del CIAD y en la comparación entre deciles socioeconómicos en México y en Sonora, información que pudiera servir de pilar para el diseño de políticas públicas.