*El CIAD realizó investigación al respecto en menores de 10 a 12 años y detectó que las mujeres se involucran más en esta práctica
*Las víctimas de esta agresión son personas con discapacidad, rasgos físicos distintivos, estilos de crianza y pertenencia a alguna minoría étnica o sexual
El Centro de Investigación en Alimentación y Desarrollo (CIAD) señaló que el ciberacoso es una nueva modalidad de la agresión social y es un fenómeno poco estudiado que, a diferencia del acoso tradicional, puede ser perpetrado desde el anonimato, en cualquier lugar y hora.
La estudiante de maestría en Desarrollo Regional del CIAD, Ivett Alejandra Bustamante Castro, realizó un estudio basado en una muestra de mil 505 estudiantes de ambos sexos, de diez a 12 años de edad, de 101 primarias pública.
Los estudiantes de educación secundaria que participaron en la investigación residen en los municipios más poblados de Sonora como son Nogales, Guaymas, Caborca, Hermosillo, Cajeme y Navojoa.
Derivado de la revolución tecnológica y el creciente acceso de menores y adolescentes a las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC), el fenómeno del ciberacoso se ha intensificado, señaló la autora del estudio.
Explicó que diversos autores lo definen como una conducta agresiva ejercida por medio de formas de contacto electrónicas de manera repetida a lo largo del tiempo, por parte de un grupo o un individuo hacia alguien que tiene poca capacidad para defenderse.
Otras características relevantes que diferencian el ciberacoso del acoso escolar tradicional, es que puede ser perpetrado a cualquier hora y en cualquier lugar, puede ser captado por un público mayor y el agresor ejerce el acto desde el anonimato.
Señaló que los factores personales de riesgo para el ciberbullying son: comportamientos de riesgo en línea, desconexión moral y problemas con la autogestión de emociones.
Entre los de protección en la familia, se encuentran la supervisión adecuada, prácticas de convivencia y de libre expresión en la familia.
En la escuela son protectores el buen clima escolar y el apoyo social de los docentes, además de las relaciones positivas con los pares.
En cuanto al sexo y su participación en el ciberacoso, se puede observar que las mujeres suelen involucrarse más que los hombres en dicha práctica.
Se encontró que si los estudiantes tienen amigos o amigas que pertenecen a una pandilla, su percepción acerca del clima escolar y su bienestar subjetivo es más bajo.
Además, suelen estar más involucrados en episodios de ciberacoso -como perpetradores-, a diferencia de los alumnos que no tienen amigos que pertenecen a una pandilla.
Los alumnos que están dentro de la categoría de “cibervíctima” y “ciberagresor” perciben un clima escolar más bajo y su bienestar subjetivo también resulta ser bajo en comparación con los que no son cibervíctimas o ciberagresores.
Por su parte, el investigador del CIAD y tutor académico, Ángel Vera Noriega, destacó que los ciberagresores presentan un perfil en el que predominan deficiencias en habilidades sociales, comunicación y resolución de conflictos.
Asimismo, abundó, falta de empatía y ausencia de sentimientos de culpa, además de que se excusan con facilidad, culpan a los demás restando importancia a sus actos y justifican las agresiones (desconexión moral).
Por su parte, la cibervíctima, quien se caracteriza por aspectos muy similares a los que se presentan en el acoso escolar tradicional, refleja baja autoestima, inseguridad y aislamiento, entre otros.
Asimismo, carece de habilidades tecnológicas o desconoce los procedimientos para evitar conversaciones o sitios electrónicos que la sitúan en vulnerabilidad de riesgo de agresión.
Entre los factores de riesgo que son motivo de agresión se encuentran tener alguna discapacidad, rasgos físicos distintivos, estilos de crianza a los que un menor ha sido expuesto y pertenencia a alguna minoría étnica o sexual.
Hermosillo, Sonora, México
Tel.: +52 1 662 217 3771
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