*Su profesión lo ha hecho más humano y sensible, señala que la ejercerá hasta que muera
*Observar el entusiasmo de los médicos por salvar a los menores con cáncer, le motivó a especializarse en oncología
*Tiene 33 años laborando como oncólogo pediatra en el Hospital Infantil del Estado de Sonora (HIES)
El oncólogo pediatra, Gilberto Covarrubias Espinoza, tiene 33 años dedicados a esta especialidad médica y el momento que más disfruta es finalizar el tratamiento de un menor, cuando los familiares conmovidos agradecen sus atenciones con lágrimas en los ojos.
A sus 70 años de edad, comentó que continuará prestando sus servicios hasta el día en que su salud se lo impida, mientras tanto seguirá apostando a mejorar la salud y la calidad de vida de las niñas y niños que padecen la enfermedad.
En 1986, Covarrubias Espinoza –originario de Mazatlán, Sinaloa- llegó procedente de la Ciudad de México a Hermosillo para iniciar su labor en el actual Hospital Infantil del Estado de Sonora (HIES).
Vino a la capital de Sonora acompañado por su esposa y sus tres hijas, quienes apoyaron la decisión del médico de cambiar de residencia al presentarse una oportunidad de trabajo que le permitiría pasar un poco más de tiempo con su familia.
Asimismo, señaló, le atrajo la idea de apoyar a un nosocomio infantil que en aquella época no contaba con especialistas en oncología.
Observar el entusiasmo de los médicos por salvar a los niños con cáncer le motivó a especializarse en oncología, labor que –aseguró- lo ha hecho más humano y sensible.
“Cuando ya se va a suspender un tratamiento a veces entre nosotros nos andamos peleando ese momento, es un momento de gran satisfacción, donde el familiar realmente te dice con lágrimas en los ojos que muchas gracias por lo que le estás regresando”, comentó.
Sin embargo, aceptó, en muchos otros casos no hay buenos resultados, pero siempre se busca lograr salvar la vida del menor y por ello se tiene una comunicación muy intensa con los familiares a quienes se les explica el procedimiento.
Asimismo, se les detalla lo que se lucha para lograr vencer la enfermedad y por eso que al final, cuando los resultados no son los mejores, ellos lo entienden porque saben que se hizo lo posible por salvar la vida del paciente.
“Hacemos las cosas con entrega; si el paciente llega a fallecer no me da gusto, pero me quedo satisfecho de que hice todo lo que debí de haber hecho en un momento dado”, refirió.
Su jornada nunca concluye porque siempre se lleva pendientes a casa y en ocasiones tiene que volver en la madrugada para atender una urgencia y lo hace con gusto por amor a su trabajo y, sobre todo, por el lazo que lo une con el paciente y su familia.
Otra de las satisfacciones es encontrarse, al paso de los años, con personas que fueron sus pacientes y aun cuando ha pasado mucho tiempo las familias lo recuerdan y continúan teniéndolo en sus oraciones por lo que en su momento hizo.
Covarrubias Espinoza está a punto de cumplir sus años de servicio para jubilarse, sin embargo aseguró que continuará con su labor, “aquí me voy a morir”.
Externó que “mientras esté bien voy a seguir unos años más aquí, mientras siga conservándome bien de salud y todo, seguiré aquí”.
Al lado de su esposa, sus hijas y cinco nietos continuará su vida en Hermosillo, ciudad que lo adoptó y a la que le ha tomado un gran cariño, porque se ha dedicado a la salud de los niños y niñas sonorenses.
Hermosillo, Sonora, México
Tel.: +52 1 662 217 3771
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