México, (Notimex).- Elaborados cada seis años por los comités de la Organización Meteorológica Mundial (OMM), los nombres de los huracanes y tifones se utiliza para facilitar a la difusión de advertencias, medidas de prevención y peligros para la población.
De origen maya, la palabra huracán se define como un ciclón tropical cuando se forma en el Atlántico Norte, Mar Caribe, Golfo de México, Pacífico Sur y Océano Indico.
De acuerdo con el Servicio Meteorológico Nacional (SMN) este fenómeno climático presenta vientos máximos sostenidos que superan los 116 kilómetros por hora, cubren una extensión aproximada entre 500 y 900 kilómetros de diámetro y su ojo alcanza entre 24 a 40 kilómetros de diámetro.
El tifón se le nombra a aquellos que se forman en la zona de Japón y China; en Australia se le conoce como Willy-Willy, en América como huracanes, en algunas partes del Atlántico como ciclón al igual que en el este de África y Vaguios en Filipinas.
Dado que este tipo de tempestades pueden durar una semana o más, es posible tener una o más a la vez, se clasifican de acuerdo con su velocidad del viento sostenido y la escala de intensidad depende de su ubicación.
Los meteorólogos la OMM atribuyen un nombre a cada fenómeno climático de este tipo para evitar confusiones y de acuerdo con la región afectada proponen una lista que incluye de los géneros femenino y masculino alternados, aunque también pueden ser de animales o flores, dependiendo de la región del mundo donde ocurran.
Cuando un huracán causó daños materiales de consideración y víctimas mortales, son retirados de las listas y sustituidos por otros con alguno que comience con la misma letra.
Cada año se dan a conocer los nombres que recibirán los huracanes durante la temporada; las listas se repiten cada seis años, en el caso de la región del Pacífico y el Atlántico, e incluyen uno por cada letra del alfabeto y suelen alternarse entre masculino y femenino.
La práctica de nombrar a estos fenómenos climáticos comenzó hace varios siglos atrás y eran seleccionados de forma arbitraria, por ejemplo, la tormenta Antje fue nombrada de esa manera porque arrancó el mástil de una embarcación con ese mote.
Asimismo eran nombradas de acuerdo con el santoral del día en que manifestaban su poder de destrucción en una zona específica, como el huracán Santa Ana, que causó daños en Puerto Rico el 26 de junio de 1825.
De acuerdo con la OMM, a mediados de 1900 el meteorólogo australiano Clement L. Wragge fue el primero en utilizar nombres propios bíblicos de mujeres para referirse a los huracanes.
En la búsqueda de un sistema más organizado y eficiente, los meteorólogos decidieron identificar las tormentas con una lista ordenada alfabéticamente, en la que también comenzaron a utilizar nombres masculinos para aquellos que se formaban en el hemisferio sur.
Desde 1953, las tormentas tropicales atlánticas fueron nombradas a partir de listas originadas por el Centro Nacional de Huracanes de Estados Unidos y ahora son mantenidos y actualizados por un Comité Internacional de la Organización Meteorológica Mundial.
A partir de 1979, los nombres masculinos se introdujeron y se alternan con los de las mujeres; las seis listas se utilizan en rotación, es decir, el listado elaborado en 2015 se utilizará nuevamente en el año 2021.
Los nombres de los ciclones tropicales o huracanes no eligen por una persona en particular o con alguna preferencia de orden alfabético, sino que son seleccionados aquellos que son familiares a las personas en cada región.
El propósito principal es para que la población los recuerde y facilitar la concientización, preparación, manejo y reducción del riesgo de desastres.
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