Al hablar con una persona en duelo sobre el proceso del mismo y llegar a superarlo con trabajos en la actitud, el perdón y cierre de ciclos, se puso algo inquieta y preguntó ¿quiere que olvide a mi hijo? ¡Absolutamente no!, le contesté.
Superar su duelo es transformar de la mejor manera la forma su vida para iniciar los reajustes ante la ausencia física del ser querido, pero jamás se propone que superar el duelo equivale a olvidar a la persona.
Lo que quizás produce mayor dolor cuando una vida parte, es precisamente que se acaban todas las expectativas, planes y eventos compartidos conjuntamente, se cortan los hilos que definen nuestra interdependencia.
Recuerdo recuerdo algo que leí en una ocasión y que me gusta repetir: “con la muerte no se termina una relación, solo se transforma”.
Rene Trossero en su libro llamado “ No te mueras con tus muertos” nos dice “cuando termines de aceptar que los muertos se murieron, dejarás de sufrirlos, y los recuperaras con toda la alegría de lo vivido “.
Por lo tanto, el vínculo de amor hacia la persona fallecida, si bien ya no es físico, sigue siendo amoroso, con una historia compartida junta que deberá revalorarse y llegará el momento en que el dolor se cambie por amor.
Como ejemplo, cuando muere una parte de la pareja, éste se lamenta que en el futuro ya no estarán juntos y, por supuesto, se añora la percepción táctil del abrazo, sentir físicamente al ser querido.
Pero también podemos verlo desde otra óptica y es reconocer la coincidencia que la vida puso para existir juntos durante el tiempo compartido, poder agradecer al Señor, a la vida , al universo, haberse podido disfrutar durante los años que hayan sido, ¿acaso no es eso lo más importante de una historia de amor?
Recordar los buenos momentos pasados, las risas, los juegos, es sentirse afortunado por ese tiempo, mirarlo desde esta perspectiva plena y sin rencores seguramente ayudará a mantener los vínculos con quien ya no está, de modo tal que pasados dos o tres años será posible reestructurarse y continuar con su vida.
De ningún modo decimos que esto sea algo fácil, ni siquiera si le servirá, pero si debes saber que se necesita tu esfuerzo. Es entonces cuando eso suceda, se seguirá vinculado a la persona a través de los recuerdos, algunos objetos, en la historia de su vida y de los hijos que se tuvieron.
En fin, dentro de la desgracia el doliente debe buscar lo bueno que se dio durante tiempo que estuvieron juntos. Como dice una canción de Mexicanto: “tantos mundos, tanto espacio y coincidir…”
Así pues, reforcemos nuestros vínculos con los seres queridos que han partido y aprovechemos el próximo mes de noviembre, que es una fecha cultural en nuestro país, y celebremos el reencuentro con amor por los seres queridos fallecidos.
Como siempre, les deseo que disfruten lo mejor de la vida, en la vida misma.
Hermosillo, Sonora, México
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